lunes, 15 de noviembre de 2010

Bases neuroanatómicas y fundamentos genéticos del leguaje

La anatomía humana muestra diferentes especializaciones o adaptaciones para el lenguaje, tanto en lo que se refiere a los órganos periféricos del habla (los dedicados a la producción y percepción de las señales) como en lo que se refiere al procesamiento del habla por parte del cerebro.

Por lo que se refiere al tracto vocal humano, muestra tres peculiaridades anatómicas fundamentales si lo comparamos con las estructuras homólogas propias de otras especies:

1-. La posición excepcionalmente baja de la laringe.
2-. La conexión permanente entre la boca y la laringe, que conforman a todos los efectos una caja de resonancia única; y
3-. La disminución en tamaño y masa de la lengua, que cuenta en cambio con una estructura muscular y nerviosa más compleja, con lo que se dota de una mayor precisión de movimientos.

















El conjunto de estas características, en el fondo disfuncionales para el normal ejercicio de la respiración y la deglución, sólo se justifican como adaptaciones para la producción de sonidos lingüísticos.

Por otro lado, las cuerdas vocales humanas tienen una estructura en capas y una juntura ligamentosa con la laringe que tampoco se justifican de cara a su función habitual como válvula respiratoria. Además, la columna contiene a la altura de las vértebras torácicas un número de fibras nerviosas muy superior al de otras especies, que solo aparece justificable para el control nervioso del acompasamiento entre respiración y habla.

Por lo que se refiere al sistema auditivo, el oído humano tiene una especial sensibilidad a la estructura temporal de las señales, con una gran resolución en la captación de variaciones de la señal en lapsos temporales mínimos. El área auditiva primaria contiene grupos de neuronas que reaccionan específicamente a este tipo de estímulo, al que corresponden muy destacadamente las emisiones lingüísticas.

En el cerebro humano podemos establecer tres sistemas neuronales interrelacionados, dedicados a funciones de tipo lingüístico:

1-. Las áreas perisilvianas. Este sistema comprende a su vez:
            El área de Broca, con funciones de planificación fonológica y en la sintactización de los enunciados (tal cual revelan las afasias de Broca), que se localiza en la parte inferior de la tercera circunvolución frontal de hemisferio izquierdo;

            El área de Wernicke, con funciones de comprensión lingüística del estímulo auditivo (como revelan las afasias de Wernicke), que se localiza en la parte posterior de la circunvolución superior del lóbulo temporal del hemisferio izquierdo;

             El fascículo arqueado, que pone en contacto las dos áreas anteriores a través de un sistema de neuronas no superficiales que atraviesan las zonas más bajas del cortex motor y somatestésico del hemisferio izquierdo.


Hay que señalar que el área de Broca parece trabajar en asociación con los ganglios basales, una compleja estructura subcortical, en tareas de sincronización y secuenciación, ambas relevantes tanto en la sintaxis como en la fonología.

2-. Un extenso conjunto de redes o asambleas neurales distribuidas bilateralmente por todo el cortex, encargadas de la representación de los conceptos en el cerebro. Cada red consiste en neuronas localizadas en las zonas cerebrales correspondientes al formato sensorial o motor propio de los diferentes aspectos de las entidades representadas por el concepto.

3-. Las áreas de meditación, localizadas en el lóbulo temporal del hemisferio izquierdo, que actúan conectando las representaciones acústico-articulatorias fijadas en las áreas perisilvianas con las representaciones conceptuales distribuidas por el resto del cortex. Diferentes zonas del lóbulo parecen ocuparse de un tipo característico de conceptos.

El estudio del fundamento genético del lenguaje ha experimentado un enorme avance en los últimos años gracias al estudio intensivo de un trastorno congénito del habla, conocido como Síndrome Específico del Lenguaje (SLI), y a la localización del gen cuya mutación es responsable del mismo.

El SLI comporta un retraso en la adquisición del lenguaje, una asimetría menos marcada entre los hemisferios (lo que denota un menor desarrollo del lingüísticamente dominante, normalmente el izquierdo) y un lenguaje caracterizado por dificultades articulatorias, desajustes entre las estructuras sintáctica y prosódica y problemas para el manejo de la morfología productiva.

Es un síndrome raro (un 3% en el total de la población) cuya manifestación asciende a un 50% de los miembros de los grupos familiares en que se da. Afecta por igual a hombres y mujeres y el nivel de afectación es en esencia el mismo en todos los pacientes. Los afectados no tienen ningún otro tipo de trastorno característico que les pudiera dificultar la adquisición y manejo de una lengua. Todo ello coincide con la caracterización del SLI como un trastorno monogenético, ocasionado por la mutación de un gen autosómico y dominante. Está concretamente localizado en el cromosoma 7 y recibe el nombre de FoxP2.

Se trata de un gen regulador, es decir, que actúa sobre otros genes para establecer los ritmos de desarrollo de una estructura orgánica. La comparación con los genes homólogos de otras especies da pie a pensar que regula el desarrollo de los ganglios basales y acaso del sistema en que participa junto con el área de Broca.















Para más información:

-crystal, David: The Cambridge Encyclopedia of Language; Cambridge University Press, 2005 [1987].
-pinker, Steven: El instinto del lenguaje; Alianza editorial; Madrid, 2005. [Especialmente: “Cap. 10 Los órganos del lenguaje y los genes de la gramática”
-Arsuaga, Juan Luis. La especie elegida. La larga marcha de la evolución humana. Madrid, Temas de Hoy, 2001. [Especialmente: “Cap. 8 La evolución del encéfalo” y “Cap. 16 El origen del lenguaje humano”]

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